Desplazados para poder estudiar en la Universidad


Kateryna Pasternak y Maksym Kriuchkov, estudiantes de Ciencia e Ingeniería de Datos y de Ingeniería Mecánica ,respectivamente en la UPCT gracias a las becas para refugiados ucranianos

Vivir y estudiar en un país en guerra es complicado. ¿Suena la sirena a las 4 de la madrugada. Te tienes que ir al búnker. A las 6 de la mañana vuelves de nuevo a casa, intentar dormir en la cama un par de horas y a las 8:00 te vas a la Universidad. Además, te puedes quedar sin internet o sin electricidad en cualquier momento¿. A pesar de ésto, que ha vivido en primera persona Kateryna Pasternak, jóvenes como ella o como Maksym Kriuchkov han decidido seguir adelante con sus estudios universitarios. Ellos se han visto obligados a abandonar y/o estar alejados de su país a causa del conflicto armado. Sus historias describen  dos vidas de refugiados que han comenzado de nuevo. Viven como desplazados para poder estudiar.

Kateryna y Maksym son dos de los cuatro estudiantes que este año cursan sus estudios en la UPCT gracias a una beca de matrícula concedida a refugiados y desplazados. Son alumnos de las escuelas de Ingeniería Industrial y en la de Telecomunicación de la UPCT. El vicerrectorado de Estudiantes lanzó la convocatoria para ayudar a los jóvenes con talento desplazados o afectados por la guerra en Ucrania. 

Kateryna llegó a la UPCT un mes después de que empezara la guerra en Ucrania. Tiene 19 años. Sus padres y hermana están en su país. La enviaron aquí para que pueda continuar sus estudios. Continúa cursando su grado en Ciencias de la Computación en Ucrania, en la Ivan Franko National University of Lviv,  en modalidad online. Compagina con primer curso del grado en Ciencia e Ingeniería de Datos, que realiza en la Escuela de Telecomunicación de la UPCT.

Cuenta la estudiante que llegó sin saber ni una sola palabra de español. Empezó a ir a las clases de español que imparte la fundación Juan Carrión en la UPCT. 

Afirma Kateryna que la guerra ha cambiado su vida. ¿Todo es diferente. La vida es más oscura ahora. Es difícil para mi. Tengo estrés, ansiedad y, sobre todo, siento mucho dolor y mucha impotencia por mi gente¿, relata. 

Los primeros meses del conflicto armado, Kateryna estaba ¿preparada para luchar y pelear con mis propias manos pero mis padres me pidieron que viniera a España. Mis compatriotas están allí. Ellos nos protegen todo el tiempo con su propia vida. Algunos están muriendo para que otros vivamos bien¿, añade Kateryna.

Su objetivo ahora es terminar sus estudios y poder trabajar en España ¿para devolver a este país lo que está haciendo por mi. Después, quiero volver a Ucrania para ayudar a levantar mi patria¿, apostilla.

Por su parte, Maksym Kriuchkov, de 21 años, estudia segundo curso de Ingeniería Mecánica. Le duele no poder ver a su familia y no poder ir a su país. Pero aún le aflige más haber perdido a su amigo de 22 años, "Artem estaba combatiendo en el frente cuando una bala le atravesó el corazón¿,  lamenta emocionado.

El joven afirma que el sufrimiento ¿se siente aquí, en España. Mi familia está en Ucrania. No puedo visitarles. No puedo ver a mis abuelos mayores, a mi familia, a mis amigos. La vida es difícil. Aquí tenemos que enfrentarnos también a dificultades y no solo económicas¿.

Maksym agradece la oportunidad que le ha brindado la UPCT, las instituciones españolas y los ciudadanos y haber obtenido la condición de refugiado y, gracias a éso, poder estudiar en la Universidad o poder sacarse el carnet de conducir.

Este estudiante estaba en España cuando estalló la guerra en su país. Consiguió su condición de refugiado gracias a que un profesor de la Escuela de Industriales le pidió que ayudara a un grupo de 30 ucranianos que acaba de llegar a nuestra Región. ¿Nos la dieron a todos a la vez¿, recuerda el joven.

El 20 de junio de cada año, el mundo conmemora el Día Mundial del Refugiado, una fecha en la que se rinde homenaje a las personas que se han visto forzadas a huir de sus hogares, según la Agencia de la ONU para los refugiados. En la actualidad hay más de 70 millones de desplazados en el mundo.