Reducir el impacto ambiental del mercado europeo de cruceros, que tímidamente vuelve a recuperarse tras el parón obligado por la pandemia y que previamente estaba en plena expansión, es uno de los objetivos del Trabajo Final del Máster en Ingeniería Naval que ha realizado Manuel del Río González en la UPCT, analizando las diferentes opciones tecnológicas existentes para contribuir a la reducción de gases de efecto invernadero, en línea con el decimotercer objetivo de desarrollo sostenible (ODS).
El alumno de la Politécnica ha evaluado las distintas opciones que tienen los armadores para hacer más sostenibles sus buques. “Todas tienen ventajas y desventajas, pero la menos dañina para el medio ambiente es el uso del gas natural licuado (GNL) como combustible, pues disminuye el óxido de nitrógeno (NOx) un 85% y elimina casi por completo, por encima del 95%, las emisiones de óxido de azufre (SOx) en comparación con el fueloil”, detalla el ya ingeniero naval por la UPCT.
El uso de GNL sólo es viable para cruceros de nueva construcción debido a que un cambio de motores en un buque ya construido tendría un coste prohibitivo. “La principal desventaja que tiene esta opción es el incremento del coste de combustible”, apunta el director del TFM, Jerónimo Esteve. Algunas compañías de cruceros ya han anunciado el uso de GNL en sus próximos buques.
Otras alternativas serían el uso de sistemas auxiliares como ‘scrubbers’ o plantas de reducción catalítica selectiva, que permiten reducir las emisiones de NOx y SOx. “Sin embargo, no se pueden utilizar simultáneamente, pues si el combustible posee una elevada cantidad de azufre el deterioro que va a sufrir el ‘scrubber’ sería considerable”, apunta el autor del estudio. Mientras que la aplicación de pequeñas modificaciones del motor no serían suficientes como para reducir sustancialmente las emisiones.
Los sistemas auxiliares serán más recomendables para cruceros ya construidos pues son las opciones más viables técnica y económicamente, aunque esta opción requiere de un coste adicional de mantenimiento, además del tratamiento de los residuos que producen.
El trabajo incluye un exhaustivo estudio de los flujos entre todos los puertos de cruceros de Europa, para establecer patrones y tendencias de mercado, para que las navieras puedan diseñar itinerarios óptimos, reduciendo costes y maximizando la cantidad de pasajeros. También, el estudio de los flujos de navegación permitirá identificar en una etapa futura potenciales zonas de concentración de contaminación.
“El mayor porcentaje de los costes operativos de un barco está asociado a la compra y adquisición de combustible, por lo que es necesaria la realización de un estudio económico más profundo que contemple las características de cada situación para obtener la solución óptima en cada caso”, advierte el profesor Esteve.
El puerto de Cartagena está entre los 15 de toda Europa que más pasajeros han recibido en los últimos años procedentes de cruceros de lujo. En 2019, Cartagena recibió a 250.000 cruceristas a bordo de 167 buques.