En los menús de los restaurantes con mejor cocina de la Región de Murcia, incluidos los que tienen estrella Michelín, se pueden encontrar los microvegetales que cultiva y comercializa Pedro Antonio García Bastida, exalumno de la Escuela de Agrónomos de la UPCT.
“Los microvegetales son pequeñas plantas que se comen en los primeros estadíos de su crecimiento, entre la primera y la sexta semana”, explica este ingeniero agrónomo y máster en Técnicas Avanzadas de Investigación y Desarrollo Agrario y Alimentario (TAIDA) por la Politécnica de Cartagena. A diferencia de los germinados, de los microvegetales únicamente se come su parte aérea.
García Bastida cultiva en sustrato de fibra de coco y con técnicas hidropónicas plantas hortícolas, como guisantes, remolacha, colinabo o brócoli, plantas aromáticas como albahaca, cilantro o perejil, y silvestres como pimpinela, borraja, colleja o apio de monte. En total, oferta actualmente 30 variedades distintas. Pero su aspecto es muy diferente al que estamos acostumbrados a ver. “Los microvegetales son muy llamativos y delicados”, describe el egresado de la UPCT, “tienen una concentración de nutrientes hasta 100 veces mayor y una mayor intensidad en aroma, sabor y calidad organoléptica”, afirma citando a investigadores agrónomos de la Politécnica.
“Los restaurantes valoran de nuestro producto que, con muy poco, aporta mucha frescura a sus platos, son muy decorativos, por sus diferentes formas y colores), y de sabores intensos y variados”, comenta, añadiendo que para los comensales estos microvegetales son como “pequeñas píldoras” dada su composición nutritiva de vitaminas, antioxidantes, sales minerales, y otros compuestos bioactivos. Uno de los elementos diferenciales de su producto es la proximidad y su vida útil, “nosotros lo servimos vivo, por lo que les aguanta fresco mucho más”, destaca antes de agradecer al sector gastronómico de la Región su apoyo.
García Bastida y su pareja, Eva Reyes Barroso, han puesto en marcha la marca Sugi Microvegetales y se han lanzado al emprendimiento. “Transformamos una habitación de nuestra casa en San Javier en una cámara germinativa, en la que controlamos la luz, la temperatura, la humedad y la ventilación”, detalla.
“No tenemos ni un día de descanso, pero la experiencia está mereciendo la pena porque trabajamos en algo en lo que creemos, poniéndole muchas ganas”, declara el exalumno, que confía en poder consolidar su proyecto empresarial. “No me imaginaba emprendiendo cuando estudié la carrera, pero tras el nacimiento de mi segunda hija dejé mi anterior trabajo para estar más tiempo en casa y al instante ya estaba pensando en qué hacer, porque no sé parar quieto, y busqué crear un negocio relacionado con lo que había estudiado y desde el que poder ayudar al medioambiente”, rememora destacando que los cultivos hidropónicos hacen un uso más eficiente del agua y no drenan nutrientes al subsuelo.
Mientras estudiaba en la UPCT García Bastida fue becario del grupo de investigación en Diseño y Gestión en Agricultura de Regadío, colaborando en un proyecto europeo. De ahí pasó a trabajar como responsable de calidad de una empresa hortofrutícola, en la que estuvo cinco años. Posteriormente fichó por una multinacional de productos postcosecha, en la que estuvo dos años, antes de lanzarse a la aventura de los microvegetales. “Agrónomos es una carrera con aplicaciones muy amplias”, concluye.
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