Un empresario acomodado que decide ayudar a sus vecinos en mitad de una durísima guerra. Podría ser el argumento de ‘La lista de Schindler’, pero es la historia real del cónsul británico en Cartagena durante la Guerra Civil, William Leverkus, cuyo diario durante aquellos años fatídicos se ha recuperado y va a ser publicado por la editorial cartagenera NovaSpartaria gracias a una feliz coincidencia ocurrida durante la Universidad de Mayores de la UPCT.
“Durante una clase cité al cónsul británico y una alumna, que resultó ser amiga de los descendientes del Leverkus, me puso en contacto con ellos”, cuenta el arqueólogo y documentalista Luis Miguel Pérez Adán, cronista oficial de Cartagena. Los nietos conservaban un diario con “información valiosísima y desconocida sobre la realidad política, económica, social y militar de Cartagena durante la contienda”, resalta el también profesor de la Universidad de Mayores de la Politécnica.
La transcripción literal del diario del cónsul entre los años 1936 y 1939 será ahora publicado, tanto en inglés como en castellano, gracias a la traducción del filólogo Antonio Cortiñas Gurtín, quien presentará el trabajo en una charla el jueves 28 de octubre, a las 19 horas en la Escuela de Agrónomos de la UPCT, dentro del ciclo de conferencias con motivo del 90 aniversario del sufragio femenino.
“Todo lo que se cuenta en el diario coincide con los hechos históricos contrastados y aporta mucha información sobre la vida cotidiana, que no está en los partes de guerra ni en la propaganda oficial”, destaca Pérez Adán. “Desde lo que costaba el precio del pan al miedo a los bombardeos, pasando por los chistes que se contaban por entonces”, ejemplifica el cronista, para quien el diario le ha revelado “la enorme hambre que se sufrió. Tuvieron que comerse todos los burros del campo de Cartagena”, detalla.
Leverkus también recoge en su diario personal su labor humanitaria, de la que nunca sacó pecho y por la que no ha sido reconocido hasta ahora. “Ayudó a muchísimas personas a salir de Cartagena, con pasaportes británicos o bolivianos, país del que también era cónsul, para que pudieran embarcar rumbo a Gibraltar y de ahí a la zona sublevada, facilitando el reencuentro de familias separadas por la guerra”, comenta. “Incluso hay un listado, como el de Schindler, con los nombres de todos los benefactores de sus gestiones”, añade. “Él pudo volver a su país, pero optó por quedarse y ayudar a la gente”, resalta.